Soy el segundo, ese segundo que separa el éxito del fracaso, ese segundo que todo atleta trata de rebajar a su marca, ese segundo de inmensa satisfacción cuando se cruza la línea de meta; también el segundo que tardaron los 21 miembros del Club Deportivo Pineda de Gigüela, en realizar la inscripción a la carrera de Mota del Cuervo, y el segundo en que se montaron en los coches, desde diversos lugares, Madrid, Algete, Rivas, Arganda, Valparaíso y por supuesto desde la misma Pineda.
El segundo en el que se bajaron de los respectivos coches, y se fundieron en saludos y abrazos, el segundo en el que comenzaron a calentar, entre bromas y risas, las ilusiones intactas, el ánimo por las nubes, cada cual comentando como iba a correr, que táctica va a usar en la prueba, y todo en un ambiente de camaradería, seguramente, envidiado por los otros equipos, y donde se puede apreciar la idiosincrasia de este club.
El segundo en el que se sitúan en la línea de salida, unos delante, otros en el medio y otros detrás, dependiendo del tiempo que tienen intención de realizar, pues este club es muy respetuoso a la hora de colocarse en la salida, y nunca uno de sus miembros se colocó incorrectamente, ni molestó a otros atletas.
El segundo en el que los nervios son incontrolables, en el momento de la salida, cada uno mirando a su nuevo Dios, que para este club es el Dios Garmin, ojo poderoso que todo lo abarca, que todo lo ve, que todo lo analiza, y que cada kilómetro habla y escribe y te dice a la velocidad que vas, pues para eso están estos nuevos Dioses de pulsera y con batería de Litio.
El segundo de la primera zancada, del agobio de tener corredores delante, de pensar que te están molestando, pensamiento similar al que ronda por la cabeza de los rivales, y que se disipan en cuanto se lleva recorrido medio kilómetro, y cada cual acompasa su ritmo a su estado de forma actual.
El segundo en el que a D. Julio Dueñas se le atraganta la subida a los molinos, mientras ve como D. Raúl Collada y D. José Rubio Ortega se alejan irremediablemente, poniendo tierra de por medio, incapaz de seguirles el ritmo. El mismo segundo en el que D. José Rubio le grita a D. Raúl, preguntándole por el susodicho D. Julio, indicándole éste que no les iba a acompañar en la travesía. Segundos despues, el mismo D. José anima a D. Raúl, pues observa como éste comienza a dar muestras de cansancio, siendo una ilusión de D. José, pues D. Raúl, tan solo estaba guardando fuerzas para poder esprintar en el último kilómetro.
El segundo en el que a D. Victor Díez se le atraganta la misma cuesta que a su compañero, cuando va en compañía de D. Miguel Angel Rubio, sí, otro rubio en el club, aunque solo sea de nombre, y por D. José Miguel Collada, y el segundo en el que estos dos se miran y deciden esperarle, pues para eso somos compañeros, pensaron ambos, y si se está a las duras, también hay que estar a las maduras. El segundo posterior en el que los tres unieron sus manos, levantándolas hacia el cielo, en el momento que iban a traspasar la línea de llegada, sin ánimo pretencioso, en un gesto repetido en ocasiones anteriores, y que demuestra la eterna amistad que se profesan.
El segundo en el que D. Angel Jorquera espera la llegada de D. José Miguel, con el propósito de que tire de él en los últimos kilómetros, desconocedor del actual estado de forma del citado, y no produciéndose esta llegada, no tuvo mas remedio que realizarlos en solitario.
El segundo en el que D. José María Cruz llegó a la línea de meta, sintiendo en sus carnes la consabida soledad del corredor de fondo, pues éste realizó la prueba en solitario, sin la ayuda y compañía de ningun miembro del Club.
El segundo en el que D. Angel Ruano, que de ángel tiene poco, veía la matricula de D. Luis, el segundo en el que intentaba acelerar el ritmo para adelantarle, y también el segundo en el que D. Luis sintiendo el aliento en el cogote de D. Angel, aceleraba a su vez, untándole como mandan los estatutos del Club.
El segundo en el que los tres siguientes corredores, como son: D. José Luis Marín, D. Bernabé Cubillo y D. Alberto Castellanos, rodearon los molinos de Mota del Cuervo, con gustoso sufrimiento, pues su actual forma física les permite disfrutar de este deporte, realizando una extraordinario carrera.
El segundo en el que D. Roberto Agudo decide aumentar el ritmo en el último kilómetro, recorriéndolo en unos escasos tres minutos y medio, sin duda ayudado desde arriba por su querido D. Raúl Agudo, acabando como lo que es él, un fuera de serie.
El segundo en el ùltimo kilómetro en el que D. José Antonio Moreno vislumbra en la lejanía a D. Francisco Javier Lozano, acercándose a él, recortando la distancia que los separa, pero sin poder darle alcance, y ese mismo segundo en el que a D. Francisco Javier le empieza a doler la cadera, impidiéndole correr con normalidad, y frustando un poco sus propias expectativas, que no las del Club, y al que podíamos denominar, por figura y por localización geográfica en ese instante, como "el caballero de la triste cadera".
El segundo en el que Oscar García unta a D. Santiago Castellanos, viniendo desde atrás, con fuerza, sin contemplaciones, pues para eso existen los piques sanos entre compañeros, y el segundo en el que D. Santiago decide comenzar fuerte la carrera, sin duda, y como posteriormente reconoció, desconocedor del perfil de la misma.
Y el segundo antes de la salida en el que D. Pedro Luis Ramirez comienza a toser, preocupándose él, y preocupando aL resto de compañeros, temiéndonos todos lo peor, cosa que no sucedió, pues nos brindó un espectáculo memorable, terminando la prueba en la decimoquinta posición de la clasificación general.
Y también los segundos en el que de la boca de Dª Beatriz, salían los ánimos a todos y cada uno de los participantes del mejor Club de la Alcarria Conquense.
Y el segundo posterior a la prueba, en el que se sacó el jamón, el cuchillo y el jamonero, y el segundo en el que se dió el cuchillo a D. Angel Ruano para que hiciera los honores, y el segundo siguiente en el que todos presenciamos como se asesina a un jamón, dándonos cuenta, de que todavía hay cosas que se le dan peor que correr, lo cual ya es decir.
Y el segundo de las risas, de las chanzas, de las puñaladas esperadas y de las que vienen de refilón, de los piques creados y de los que se crearán en un segundo, en definitiva de la filosofía de vida de los integrantes de este gran CLUB.